lunes, 15 de febrero de 2021

Vuelos

 Lo vi volar. Y yo ahí tan anclado....


Promediaba noviembre y esperaba el inicio de la presentación que todos los años se hace en un importante hotel de la ciudad, como cierre de las actividades profesionales.


Aburrido, miraba por el gran ventanal el paisaje urbano reencontrado que tanto me gusta.  


Había sol, lo cual prometía que el encierro durante todo el día iba a dejar afuera un cielo radiante y planes de paseo al aire libre que siempre en esta época son una invitación más que amigable.


Fue en medio de todo ese vagar de mi pensamiento mientras esperaba, que de  pronto  mi mirada se detuvo.  


A un lado y al otro su baile aéreo me deslumbró.


Colgado en las alturas, se balanceaba y parecía moverse al ritmo de una música que no pude dejar de imaginar, música que, sin embargo, nunca antes había escuchado.


Volar sin alas, atado a una cuerda invisible que tampoco deja ver por dónde está sujetada. 


Magia completa. 


El hombre pájaro que nunca en mi vida creí encontrar estaba ahí, delante de mis ojos ávidos de su vuelo, sedientos de algo nuevo que me volviera a asombrar.


El tan libre, Yo tan preso.


Ambos por caminos distintos, pero idénticamente atados a nuestros destinos.  


Automáticamente yo renegué del mío porque no me dejaba  volar.


En un  segundo, el sentido mismo de la vida se cruzó de un modo tan novedoso en mi cabeza, que llegue a asustarme frente a esa verdad revelada en un breve instante tan profundo y a la vez tan fugaz.


Pude imaginar su sonrisa, la de él, mientras mi cara apagada se iluminaba con el reflejo de los vidrios recién lavados como efecto de sus movimientos amplios, perfectos.. 


Esa Sonrisa suya  que me inventé,  me hizo de espejo del alma  


De un lado de los vidrios que él limpia, su sonrisa . 


Y del otro,  las caras de los que observamos aburridos desde la jaula que destella, como allá afuera la vida transcurre para los que pueden mirar y fascinarse con su brillo impecable desde afuera. 


Otros como él. Que no tienen nombre, pero vuelan, disfrutan del espectáculo que desde adentro no se ve.


Otros como yo, desde adentro que creyendo ver todo, sólo podemos ver las sombras de lo que la vida en realidad es.


Una vez, cuando “mis cosas importantes” pasaban más por los libros que por la vida misma, leí que la clave para poder “volar” está en el Miedo.


Recién entonces, mirando desde adentro de mi ventana iluminada, comprendí el valor de aquellas palabras escritas por alguien también atado a su silla y con ganas de volar.


Para poder volar hay que perder el miedo. O no tenerlo, al menos como límite a la acción.


Con la mente iluminada por esta verdad puesta en marcha y develada delante mío, asi, sin querer, sonó el llamado para entrar a escuchar “las cosas importantes” que pudimos producir en nuestras cajas pequeñas que no tienen lugar para las alas.


En mi interior, yo sentí por primera vez que empezaban a crecer. 


Y perdí el miedo de volar


Aun cuando fuera solo con mi imaginación