jueves, 18 de julio de 2013

No te encuentro...

Sali a caminar y no te encuentro. Pensaba que  ibas a estar justo ahí cuando mi mirada recorriera la infinidad de rostros que habitan la mañana de buenos aires. Pero no fue asi.
Es lógico, quien podría encontrar a alguien tan conocido, tan familiar caminando entre la multitud afuera de la casa donde habitamos.
Y es que te busque primero adentro, abriendo cada habitación, buceando en cada recoveco, en cada espacio escondido. Pero no, no estabas
Amaneci teniendo la sensación de que algo me faltaba. El pecho estaba agitado, el sudor me cubria y no pude discernir si era un sueño, o la habitación demasiado calefaccionada. Tal vez algún ruido que me llevo por los terrenos de un miedo perdido en el horizonte lejano de la niñez.
Las horas de la madrugada son traicioneras. Hacen del desvelo el caldo de cultivo de escenas siniestras mas por lo poco reales que por maliciosas. Una se cree que todo puede suceder. Están los fantasmas que la culpa activa, tan reales que dan ganas de salir corriendo. Y están los otros, los sueños dorados que parecen tan alcanzables que hasta hacen doler la piel que intenta sentir lo que hace tiempo se le niega.
Y asi me desperté, luego de volver a dormirme habiendo corrido tras los rastros de la culpa por enésima vez y dejando sobrevolar en mi interior la esperanza de un nuevo dia en esas maravillosas imaginerias que me acunaron prometiéndome un mañana mejor.
Me desperece y mientras me preparaba el desayuno el corazón se acelero mas. Mire a mi alrededor, y la sensación de vacio empezó a subir desde mi pecho y fue inundando poco a poco cada uno de mis sentidos. Un manto oscuro se fue esparciendo lentamente por la casa, que sin saber porque, ante mis ojos, iba perdiendo el brillo que supo tener en la madrugada una vez ahuyentados los miedos de la noche y vuelta a dormir.
Como en una película de terror, me olvide del microondas y sali apresurada, intentando ganarle algún espacio a la oscuridad que iba al ras de piso penetrando cada espacio del lugar. Esperaba llegar a tiempo para sellar algo y poder mantener alguna forma de esa luz que ilumino mis sueños. No llegue.
Volvi a mi desayuno con el pecho cabalgando, pero en descenso. Procure recuperar algún pensamiento que me diera vida. Y sentí como un cráter se abria paso entre los sueños que caian uno a uno  de forma estruendosa en él, esfumándose ante mi esfuerzo  por retener  tan solo un poquito de ellos, aunque apenas fuese por un rato mas.
Ya está. Vaciada de sueños me dispuse a desayunar. Asi me sente, tratando de pensar como hacer para sobrevivir a este agujero, aunque la única respuesta que conseguí fue la nada misma. Nada en mi que me diga que estoy viva…
En mi intento desesperado, trate de ejercitar la memoria y traer recuerdos de cuando aun estaba encendida y no sobreviviendo como en este tiempo. Fotos de colores, de formas y tamaños distintos, de lugares diferentes, de otros tiempos, recorrieron mi pensamiento como en un desfile. Y yo aplaudi mentalmente esos instantes de mi vida. Porque hay algo que nunca cambió y es que jamas me arrepentí de las decisiones que he tomado.
Como consecuencia de ello es que la selección de fotos no incluye los momentos de pago o de consecuencias. Solo instantes felices, un perenne sentirme yo en lo que elegi. La impagable sensación de placer poco factible de comparar con ninguna otra cosa en esta tierra.
Mi álbum mental esta lleno de esas instantáneas. Puedo decir que su tamaño es directamente proporcional al vacio inmenso que se abrió en mi desde hace un tiempo. Desde hace bastante tiempo podría decir,  para mi gusto.
Pase revista una a una, y tan solo logre que corrieran en mi cuerpo sensaciones parecidas a aquello que vivi…pero no iguales. Efímeras, intensas, pero tan breves que casi ni logre siquiera capturar una pizca de su esencia.
Vuelvo al café, sigue Nada adentro mio…casi la misma Nada que queda en la taza luego de haber llegado hasta el fondo sin darme cuenta, prácticamente de un solo trago.
Un impulso me dice que debería buscar en lo rincones de mi casa…me levanto imprevistamente y salgo a recorrer, palmo a palmo cada espacio, intentando encontrar por esos lugares algo de lo que fui. Retazos de mi ser, imágenes de una mujer que solia ser feliz.
Descubri que la casa no me guarda. Al vacio interno, le sucedieron una infinita cantidad de vacios mas pequeños, despojados de todo aquello que pudiesen reconocer mis sentidos.  Vague casi toda la mañana, hasta que fui perdiendo el interés ya que todo sabia a Nada, a sinsabor, a penumbra…
Y ahora que me miro, puedo contarte que en ese mismo momento fue cuando decidi salir a buscarte en la calle. Te busque en la mirada perdida de los transeúntes que ni siquiera registraron mi  mirada. Un pase indefinido de personas que, aunque todas distintas, eran iguales frente a mis ojos. La misma ausencia de brillo, la misma penumbra afuera que adentro. En casa y en la calle. En mi y en los otros, esos otros que inadvertidos desfilaron por miles frente a mi sin saber siquiera que yo existo, sin saber yo que ellos existen en algún lugar.
Camine y camine, todos los sentidos puestos en una búsqueda que cada vez apagaba mas los latidos de mi corazón. Intentando encontrar una mirada, encontré solo ojos vacios. Pretendiendo encontrar un suspiro, mis oídos se llenaron de ruidos vanos y ensordecedores. Tratando de encontrar un aroma conocido, mis sentidos se colmaron de olores nauseabundos y despojados de valor para mi.
Entonces volvi a casa. Y aca estoy, mirando a mi alrededor esperando encontrarte de algún modo. Lentamente me voy acercando al espejo, miro lo que en el hay y entiendo de repente, sin aviso y sin explicación, que estas ahí, dentro de esa cascara que hoy soy, escondiéndote tan profundamente que no te llego a ver.