domingo, 13 de octubre de 2013

Sin palabras

Te vi llegar, como ausente…la mirada perdida, sin rastros de aquella sonrisa que solía dibujar en un gesto tan particularmente tuyo tu rostro. Ese gesto único que bastaba para iluminar el alma y encender mis días.

Entendí que algo sucedía, pero no quise preguntar…a tu silencio, se sumó el mío que intentaba no llenar espacios con preguntas que algo dentro mío anunciaba que no eran para el momento.

Nació la noche y tu ausencia se hizo más presente aun. No podía comprender que extraño misterio opaco tu mirada, pero intuí que algo tenía que ver con la tristeza que se impregnaba en el ambiente que ahora parecía tan frío y desolado.

Me pregunte a mí misma si ese ajeno sentimiento era parte de nuestra mutua compañía.  Y no encontré nada. Ni un solo indicio que me permitiera entrar en tu no estar estando a mi lado.

Descanse mi mano sobre la tuya, tratando de que mi piel te transmitiera que yo estaba ahí. Pero un novedoso muro me impidió entrar a tu universo cerrado de amargura.

Nos fuimos a dormir sin palabras y sin promesas de sueños compartidos.

Una noche oscura que hizo de nuestra cama un maremoto de movimientos inquietos, distantes. 

Ningún dormir pudo calmar la sensación de desvelo que provocaba tu ausencia dentro de mi cama.

Y amaneció sin caricias, ni los repetidos te quiero que alegraban mis mañanas…

Te fuiste así, sin decir siquiera que estabas mal, que no podías decir... Sin palabras.

Nunca supe que paso aquel día. Y aunque hubo muchas risas más, muchas caricias y nuevas promesas  compartidas, jamás pude entender que misterio te alejo de mi lado y te llevo tan lejos de mi aunque aún estas conmigo.