Sali a caminar y no te encuentro.
Pensaba que ibas a estar justo ahí
cuando mi mirada recorriera la infinidad de rostros que habitan la mañana de
buenos aires. Pero no fue asi.
Es lógico, quien podría encontrar
a alguien tan conocido, tan familiar caminando entre la multitud afuera de la
casa donde habitamos.
Y es que te busque primero
adentro, abriendo cada habitación, buceando en cada recoveco, en cada espacio
escondido. Pero no, no estabas
Amaneci teniendo la sensación de
que algo me faltaba. El pecho estaba agitado, el sudor me cubria y no pude
discernir si era un sueño, o la habitación demasiado calefaccionada. Tal vez algún
ruido que me llevo por los terrenos de un miedo perdido en el horizonte lejano
de la niñez.
Las horas de la madrugada son traicioneras.
Hacen del desvelo el caldo de cultivo de escenas siniestras mas por lo poco
reales que por maliciosas. Una se cree que todo puede suceder. Están los
fantasmas que la culpa activa, tan reales que dan ganas de salir corriendo. Y
están los otros, los sueños dorados que parecen tan alcanzables que hasta hacen
doler la piel que intenta sentir lo que hace tiempo se le niega.
Y asi me desperté, luego de
volver a dormirme habiendo corrido tras los rastros de la culpa por enésima vez
y dejando sobrevolar en mi interior la esperanza de un nuevo dia en esas
maravillosas imaginerias que me acunaron prometiéndome un mañana mejor.
Me desperece y mientras me
preparaba el desayuno el corazón se acelero mas. Mire a mi alrededor, y la
sensación de vacio empezó a subir desde mi pecho y fue inundando poco a poco
cada uno de mis sentidos. Un manto oscuro se fue esparciendo lentamente por la
casa, que sin saber porque, ante mis ojos, iba perdiendo el brillo que supo
tener en la madrugada una vez ahuyentados los miedos de la noche y vuelta a
dormir.
Como en una película de terror,
me olvide del microondas y sali apresurada, intentando ganarle algún espacio a
la oscuridad que iba al ras de piso penetrando cada espacio del lugar. Esperaba
llegar a tiempo para sellar algo y poder mantener alguna forma de esa luz que
ilumino mis sueños. No llegue.
Volvi a mi desayuno con el pecho
cabalgando, pero en descenso. Procure recuperar algún pensamiento que me diera
vida. Y sentí como un cráter se abria paso entre los sueños que caian uno a
uno de forma estruendosa en él, esfumándose
ante mi esfuerzo por retener tan solo un poquito de ellos, aunque apenas
fuese por un rato mas.
Ya está. Vaciada de sueños me
dispuse a desayunar. Asi me sente, tratando de pensar como hacer para sobrevivir
a este agujero, aunque la única respuesta que conseguí fue la nada misma. Nada
en mi que me diga que estoy viva…
En mi intento desesperado, trate
de ejercitar la memoria y traer recuerdos de cuando aun estaba encendida y no
sobreviviendo como en este tiempo. Fotos de colores, de formas y tamaños
distintos, de lugares diferentes, de otros tiempos, recorrieron mi pensamiento
como en un desfile. Y yo aplaudi mentalmente esos instantes de mi vida. Porque hay
algo que nunca cambió y es que jamas me arrepentí de las decisiones que he
tomado.
Como consecuencia de ello es que
la selección de fotos no incluye los momentos de pago o de consecuencias. Solo instantes
felices, un perenne sentirme yo en lo que elegi. La impagable sensación de
placer poco factible de comparar con ninguna otra cosa en esta tierra.
Mi álbum mental esta lleno de
esas instantáneas. Puedo decir que su tamaño es directamente proporcional al
vacio inmenso que se abrió en mi desde hace un tiempo. Desde hace bastante
tiempo podría decir, para mi gusto.
Pase revista una a una, y tan
solo logre que corrieran en mi cuerpo sensaciones parecidas a aquello que vivi…pero
no iguales. Efímeras, intensas, pero tan breves que casi ni logre siquiera capturar
una pizca de su esencia.
Vuelvo al café, sigue Nada adentro
mio…casi la misma Nada que queda en la taza luego de haber llegado hasta el
fondo sin darme cuenta, prácticamente de un solo trago.
Un impulso me dice que debería
buscar en lo rincones de mi casa…me levanto imprevistamente y salgo a recorrer,
palmo a palmo cada espacio, intentando encontrar por esos lugares algo de lo
que fui. Retazos de mi ser, imágenes de una mujer que solia ser feliz.
Descubri que la casa no me
guarda. Al vacio interno, le sucedieron una infinita cantidad de vacios mas
pequeños, despojados de todo aquello que pudiesen reconocer mis sentidos. Vague casi toda la mañana, hasta que fui
perdiendo el interés ya que todo sabia a Nada, a sinsabor, a penumbra…
Y ahora que me miro, puedo
contarte que en ese mismo momento fue cuando decidi salir a buscarte en la
calle. Te busque en la mirada perdida de los transeúntes que ni siquiera
registraron mi mirada. Un pase
indefinido de personas que, aunque todas distintas, eran iguales frente a mis
ojos. La misma ausencia de brillo, la misma penumbra afuera que adentro. En
casa y en la calle. En mi y en los otros, esos otros que inadvertidos
desfilaron por miles frente a mi sin saber siquiera que yo existo, sin saber yo
que ellos existen en algún lugar.
Camine y camine, todos los
sentidos puestos en una búsqueda que cada vez apagaba mas los latidos de mi
corazón. Intentando encontrar una mirada, encontré solo ojos vacios.
Pretendiendo encontrar un suspiro, mis oídos se llenaron de ruidos vanos y ensordecedores.
Tratando de encontrar un aroma conocido, mis sentidos se colmaron de olores
nauseabundos y despojados de valor para mi.
Entonces volvi a casa. Y aca
estoy, mirando a mi alrededor esperando encontrarte de algún modo. Lentamente
me voy acercando al espejo, miro lo que en el hay y entiendo de repente, sin
aviso y sin explicación, que estas ahí, dentro de esa cascara que hoy soy,
escondiéndote tan profundamente que no te llego a ver.