domingo, 31 de enero de 2021

Ella conmigo

 Es curioso ponerse a pensar sobre esto hoy...

Bastaba con decirle lo que me pasaba para que sus palabras suaves pronunciaran un: “¿no será que...?” devolviéndome al instante un punto de vista que no había tenido en cuenta y que aclaraba la situación.

Indudablemente a mi enigma siempre le venía bien su interpretación

Y si bien había como una magia en todo eso, a veces, tengo que decirlo, me enojaba. No es fácil aceptar que otra persona tenga tanto saber sobre vos. O mejor dicho que te conozca tanto que parece que estuviera leyendo tu pensamiento justo en el momento mismo en que se va armando y está a punto de salir.

Cuando entendí que no estaba en mi cabeza, sino que su sabiduría y su forma de mirar podían leer en mis palabras lo que yo no llegaba a ver, descubrí en mi la causa primera de la pasión de escuchar.

Fue difícil perderla, cuando todavía estaba ahí. Porque más allá de haber entendido, estaba la certeza de que alguien en este mundo realmente me conocía. 

A eso yo lo llamo “estar a casa”. 

Entrar ahí y que todo sea desconocido es una experiencia que no le recomiendo a nadie. Todo es lo mismo, pero cuando buscas dentro de cada cajón, miras en cada estante, no hay nada de lo que era.

 La casa es la misma, pero está vacía.

Bucear en cada rincón y encontrar solo una caricia perdida que sus manos te regalan, es entrar en un mundo irreal. Y pones tu cabeza en su falda, y la recibís sabiendo que tal vez es la última. Pero el: “¿no será que...?” por el que ibas sin saberlo, ya no está. Solo quedan los gestos cariñosos y la alegría de verte. Esa misma alegría que ya no vas a ver en nadie más.

Es curioso pensarlo hoy, porque siempre cuando las cosas estuvieron mal, iba a encontrarla. Y ese era mi oasis en medio de tanto desierto. Arenas en las que suelo perderme buscando ese remanso que ya no está.

Nada lo reemplaza. Sera por eso que me siento tan perdida cada tanto?

Mil veces al día repito el ejercicio de tomar las palabras de alguien y combinarlas de un modo tal que cuando las devuelvo el sentido es otro. Y la magia casi siempre ocurre. Creo que es la forma que encontré de tenerla cerca de mí. Dentro mío. Conmigo para la eternidad.

De algún modo reproduzco cada vez la misma pregunta que me organiza, que me habla, que me habita y me pone en acción. 

Y entonces me convierto en mi propio oráculo al tiempo que juego con pausas a la pregunta: “¿no será que...?” que me voy haciendo a mí misma, que le voy regalando a otros, aunque aquel acto de magia siempre quede vacante. 

Mi pregunta no tiene respuesta, ya lo sé. Pero era lindo jugar a que la tenía. Y a que podía recuperar la calma y tomar fuerzas para volver a salir.

Y todo vuelve a empezar.

Eso sí, sus caricias no están más...


sábado, 30 de enero de 2021

Mi jardin

 Lunes 11 de febrero

Hoy amanecí enojada. Desde que me propuse tener un jardín los vecinos no paran de hacerme cosas para que no funcione.

Juan, el gordo de enfrente, sacó a pasear a su perro salchicha (salchichón) a las 6 de la mañana y le dio muchas vueltas alrededor de mi árbol. A pesar de que le puse un cartel que dice “Prohibido Orinar”, luego de la vuelta ocho el perro por fin levantó su pata corta y lo meo.

Yo lo sé, porque lo miraba a través de la ventana, y claramente pude ver como Juan se sonrió cuando logró además que el sucio perro defeque en mi puerta.

¡¡Ya no lo aguanto más!!

Siempre pienso que voy a salir y le voy a pegar una patada a Juan. Desde chica que tengo ganas. Pero al final creo que, si la patada se la doy al perro, voy a ver como por fin a Juan se le borra esa risa impertinente y por una vez la que ríe voy a ser yo.

 Un perro por un árbol. No es mala idea...



Creo que mañana lo voy a poner en práctica...


Una vez, cuando era chica, pasé por la puerta de Juan y le tiré un ramo de verduras que me encontré en la calle, envuelto como si fueran flores. Mi mamá decía que así se hacían las brujerías y yo quería que el gordo se asustara así me dejaba de molestar. No sirvió de nada. Lo agarro y se rio más fuerte aún.


Martes 12 de febrero

Hoy estoy más tranquila. La doctora dice que cuando duermo bien estoy mejor. 

Yo creo que cuando no duermo es porque me despiertan las voces de mis vecinos de al lado que traman cosas raras que no llego a escuchar.

Palabras sueltas: vino, rosas, semáforo, puerta...

No entiendo, pero sé que algo de lo que dicen tiene que ver conmigo. Entonces tengo que quedarme despierta, porque sé que algo puede pasar.

La doctora me dijo que el jardín de noche, no. Es peligroso y yo tengo que dormir. Entonces como no puedo salir, mientras me quedo despierta por si pasa algo, imagino las flores que voy a poner y donde me gustaría cada una.

Las ordeno por nombre y por color. Pero a veces el nombre y el color les dan distinta ubicación. Por ejemplo, las rosas son rosas, pero tienen colores distintos. Si las pongo todas juntas se me mezclan los colores y si las pongo por color, se me mezclan entre otro tipo de flores. 


  Todavía no lo pude resolver. Así que un día me levanto, y pongo todas las rosas juntas y me parece que así están bien. Pero los días que veo la risa del gordo, siento que están mal y que él se ríe por eso. No sé cómo las puede ver porque el jardín está dentro de la casa, al fondo. Al frente solo tengo un árbol. Ese que mea el perro petiso del gordo Juan.

Capaz que los vecinos de al lado le cuentan. No lo sé....


Dia 13 de febrero

Anoche no di más y salí a hacer el jardín. 

Saque todas las rosas porque me pone mal no poder decidir si van por un lado o van por otro. 

Ya estoy segura de que juan y los vecinos de al lado no quieren que tenga lindo mi jardín.

Hable con la doctora. Ella me dice que no la llame así, pero ¿cómo la voy a llamar? A la otra doctora, la que me da las pastillas, la veo de vez en cuando. En cambio, con esta me pude organizar para armar mi jardín. Ella dice que tengo que hacer algo que me haga sentir bien

Ahora me dice que no puedo estar pendiente de los vecinos, que eso me hace mal. Pero anoche escuché la palabra rosas, y entonces decidí sacarlas todas. 

Me acorde del ramo de verduras y pensé ¿mira si este juan llega a ver las rosas que saqué? Por ahí se las quiere regalar a la claudia, la chica que vive al lado. Con ella se llevaba bien. La miraba distinto que a mí. Se notaba que le gustaba.

 y como mañana es 14 de febrero...

No las voy a tirar afuera, así no las puede usar. 

Ahora que saque las rosas creo que voy a dormir....


 


No sé si se Olvida

Acompañaba a mi nieta en su primer día de clases y mientras solté su mano y la deje volar,   vino a mi mente una situación que hasta ahora no sabía que tenía guardada en mi

En este caso, que hoy voy a contar por primera vez, simplemente fui un testigo ocasional. 

Trabajaba en una escuela primaria haciendo unos arreglos en el patio.  Era una tarde de sol y los chicos corrían dando vueltas y esquivando la mirada de las maestras que, en un grupo reducido, hablaban de la vida sin prestar atención al bullicio, las caídas y  las vuelta a levantar. 

Todo estaba en calma a pesar del ruido.  Era una de esas tardecitas de marzo que, ni frio ni calor, se disfrutan con una armonía que solo esa época del año suele tener.

De repente, una nena se acercó al grupo de maestras y tiró apenas del delantal de una de las señoritas que fastidiosa se agacho un poco al tiempo que le espeto un tajante: “¿qué querés?.

La pequeña no tendría más de 6 y estaba pálida. Aunque habló en un tono muy bajo pude escuchar lo que decía: “señorita Lina, me duele mucho la panza”

 La maestra claramente molesta por la interrupción, justo cuando le estaban pasando las promociones de la tienda a la que pensaba ir a la salida de la escuela, le dijo en tono seco “anda al baño", a lo que la niña respondió “es que no hay papel”. Acto seguido Lina, de forma brusca, abrió su carpeta y arranco una hoja rayada de esas que se usan en las carpetas escolares, se la dió y con una seña le dijo que se fuera.

Yo, que soy un simple constructor, no pude evitar quedarme conmovido con la cara de la nena que, blanca como el papel que le dio la maestra, bajó la cabeza y con una expresión de desamparo que no puedo olvidar, se alejó acompañada por otra nena que, apoyando una mano en su hombro con un gesto protector, le supo dar lo que ningún adulto ahí presente ofreció. 

Es increíble como la memoria activa imágenes, algunas de la prehistoria y otras más nuevitas, pero todas sin remedio cobran un sentido nuevo cuando algo las junta y las calca sobre el presente más actual.

Sigo pensando que será de la niña de rulos dorados y los labios blancos como la nieve. ¿Recordará a la señorita Lina?


miércoles, 27 de enero de 2021

Un Viaje hacia Atras


Había pasado un tiempo largo y pensé que volver atrás era una opción para cortar y repartir de nuevo. 

Fue asi como planifique mi viaje a la playa. Volver sola era como ir sobre mis pasos pero con otro recorrido, ese que no hice cuando fui por primera de vez de su mano.

En vez de barco, avión. En vez de verano, casi otoño. En vez de acompañada, sola.

Era una buena oportunidad para reconocerme "yo" donde fuimos "nosotros"

El paisaje muy distinto, a pesar de ser tan igual .Los mismos lugares olían de manera atípica, sabían de otro modo y ese nuevo sabor podría hacer la diferencia  entre entender o no aquello que quisimos ser.

De pronto vino a mi cabeza la imagen de aquel lugar, justo en la punta de todo, desde donde se podía ver el mar inmenso y lleno de furia. Cielo azul, escaleras infinitas y la certeza de que sabría imprimir nuevas fotos sobre las viejas que tenia guardadas en mi, velando un pasado que quería dejar ir.

Solo faltaba sentarme ahí para entender lo que no habíamos vivido y  quedo en la carpeta de los planes cancelados

De pronto mire a mi alrededor y entendí que todo estaba desierto. Nada. Silencio sepulcral donde antes fueron soles llenos de risas y de magia compartida, aquella de  cuando aun creíamos  que podía ser. 

El inicio de todo lo que ya finalizo estaba vacío.

Y me encontré ahí, sentada a pleno sol, esperando un bondi que me llevara de regreso y me sacara de lo que nunca iba a ser. De lo que concluyo sin que nada de lo que fui a reencontrar  estuviera ahí.

Sentir la nada es todo un evento. Y justo en ese momento entendí que podía vagar por esas calles desiertas sin ser vista, sin que eso en definitiva cambiara nada. Para nadie. Ni siquiera para mi.

Volví sobre mis pasos sabiendo que lo que no resta tampoco suma. Que lo que paso no tiene vuelta atrás y que empezar de nuevo es donde quieras empezar. Así, sin permiso.

No hay que reescribir un libreto, solo andar.