Llueve…qué más
da.
Acá adentro todo
hace presumir que el sol puede aparecer donde no está, haciendo que la lluvia
de afuera no cuente.
Esperaba un
gesto, una señal que me diera la clave para ser feliz.
Sin embargo nada parecía suficiente, nada daba
una clara respuesta al misterio de lograr pasar por esta vida manteniendo la
sonrisa después de que la lluvia apareció en mis días
Entendí que los
tiempos no curan pero hacen lo suyo.
Nada permanece
eterno, ni siquiera lo irreversible.
Siempre algo
cambia, algo trae un poco de alivio y un viento de calma.
Encontré que en
el arcón de la memoria siempre hay sonrisas guardadas para los tiempos de
escasez.
Que se pueden revivir los anhelos desde la
simple experiencia de haber sabido vivir aunque sea un instante de alegría, de
plenitud.
Y así estoy en
esta mañana de domingo, tratando de hacer de la lluvia el riego de las
esperanzas…